El estudio, llevado a cabo por investigadoras de la UCN, ha puesto de manifiesto la persistencia de estereotipos de género en docentes ingenieros y técnicos en STEM-Minería en la Región de Antofagasta, un epicentro de la minería mundial.
El estudio “Discursos ambivalentes hacia las estudiantes de educación superior: Estereotipos de género en docentes ingenieros y técnicos en STEM-Minería”, realizado por las investigadoras Paulina Salinas, Gianni Romaní y Siu Lay-Lisboa, de la Universidad Católica del Norte, se efectuó en escuelas de ingeniería y centros de formación técnica de la Región de Antofagasta, epicentro de la minería a nivel mundial.
La investigación devela los estereotipos de género de los/as docentes respecto de las mujeres en carreras mineras, en un contexto productivo que aspira a la paridad en 2050. En un estudio cualitativo, descriptivo y comparativo, se realizaron 23 entrevistas semiestructuradas a profesores/as ingenieros/as y técnicos/as.
En los últimos años, diversos estudios se han focalizado en la importancia del “factor profesor”, inclusive se afirma que es una de las variables, sino la más relevantes, en los resultados de aprendizaje. A la vez, se destaca la relación pedagógica, la cordialidad de los docentes en el vínculo con los/as estudiantes, la disponibilidad que tienen para atenderlos y la preocupación e interés que expresan por ellos/as. También, se enfatiza la relevancia del o de la docente en la transformación educativa, en la situación, composición y desempeño, y en la identidad profesional de los mismos en lo que respecta al rol que cumplen, todos aspectos que están en el centro del debate en la actualidad.
Un estudio, realizado en una universidad holandesa, evidenció especialmente la particular influencia que tienen las mujeres académicas en carreras tradicionalmente masculinas, ya que su rol como mentoras permite a las jóvenes estudiantes proyectarse como profesionales.
A partir de estos antecedentes, el estudio analizó los micro discursos que circulan en las aulas, porque es allí donde se configuran un conjunto de creencias aparentemente imperceptibles, pero que actúan invariablemente en el proceso formativo de las mujeres en carreras tradicionalmente masculinas. Así comprender las implicancias que los/as docentes tienen en la educación superior en general y en las disciplinas orientadas a la minería en particular.
Con base en la teoría de género y del sexismo ambivalente, se realizó un análisis temático, identificando categorías y subcategorías.
Específicamente, las escuelas de ingeniería constituyen un marco institucional donde se actúa, se exhibe y se produce el género; donde se crean de manera objetiva y visible las diferencias que permiten separar las tareas en función de la pertenencia de un sujeto a una de las categorías de sexo (hombre/mujer) que predominan en nuestra sociedad. La presencia de mujeres en carreras “masculinas” es un proceso dinámico de transformación, en el que los significados de las actividades se han modificado en función de su ingreso masivo en nuevos campos; no obstante, la segregación disciplinaria se mantiene. Son ellas las que tienen que atravesar varios niveles de discriminación dentro de una cultura de ingeniería masculina, lo cual implica una construcción compleja de su identidad como mujeres y como ingenieras.
Precisamente, en las disciplinas orientadas a la industria minera la cultura académica tiene un orden de género arraigado que acentúa los estereotipos androcéntricos, como fuerza, rudeza, racionalidad, lógica y precisión, provocando que la incorporación femenina a estas carreras y al rubro minero sea lenta, gradual y con múltiples dificultades. Se forman subculturas en estas disciplinas y, con la menor presencia femenina, esta situación se acentúa. A la vez, los equipos docentes tienen modos diversos, campos de conocimiento y características epistemológicas particulares de cada área. Además, están los rasgos estructurales de cada carrera y los elementos culturales, como tradiciones, costumbres, prácticas, creencias, lenguajes, entre otros.
En los distintos niveles del sistema, existe una transmisión de patrones socioculturales de género a través de las prácticas educativas, reforzando estereotipos y creencias habitualmente erróneas que afectan tanto a los hombres como a las mujeres. Esta diferenciación tiene un contenido inconfundible de “valores de género”, que implica la existencia de un conjunto de rasgos identitarios vinculado con lo que algunas autoras han denominado el logro rutinario, metódico y recurrente de hacer género a partir de lo que se considera adecuado para los hombres y para las mujeres (Buquet y Moreno, 2021). La cultura de la ingeniería crea un género. Ingeniería y educación técnica profesional son mundos distinguidos de hombres “bien perros”, curtidos en el trabajo duro y necesariamente inteligentes.
En la investigación, se realizaron 23 entrevistas semiestructuradas a docentes que trabajan en carreras mineras en la Región de Antofagasta. El análisis se basó en la teoría del sexismo ambivalente, que identifica dos dimensiones de sexismo: el sexismo hostil y el sexismo benevolente. Los resultados revelaron una serie de discursos ambivalentes por parte de los docentes en estas carreras.
En los resultados se constató que las docentes son exigentes y benevolentes en sus juicios, y los profesores acentúan los atributos femeninos en las estudiantes: orden, responsabilidad y respeto. Ambos segmentos transmiten sus propios saberes, respecto de las formas de ser, relacionarse y desenvolverse, y reflejan dicotomías en sus discursos, obstaculizando, inconscientemente, la formación de las jóvenes. Por lo tanto, es un desafío para la educación superior incorporar estrategias que reviertan las ambivalencias y el rol que juegan los constructos de género en la formación de las mujeres, para modificar la cultura académica oculta que sostiene la segregación y el conjunto de resistencias imperceptibles en la formación profesional.
El protagonismo de los/as docentes en la educación superior es insoslayable, dado su impacto en el proceso formativo. A la luz de los hallazgos, la calidad de la enseñanza centrada en la adquisición de contenidos y conocimientos por parte de los estudiantes no refleja el sistema de creencias de género que prevalece en carreras altamente segregadas.
Con ello se normaliza la adaptación y el carácter excepcional que deben poseer las estudiantes, en el que las mismas docentes, a través de una semántica de poder afirmativo, refuerzan la naturalidad de que a las mujeres se les exija más; en palabras de Han (2019), allí el poder funciona como un señuelo de productividad y positividad, lo que deja al desnudo un cúmulo de contradicciones no conscientes en las propias docentes.
Transformar las carreras STEM, especialmente del área minera, implica visualizar también las resistencias imperceptibles, modificar culturas académicas tradicionales y apuntar a políticas afirmativas en la educación superior que asuman este desafío, más allá del colectivo docente y de sus propias experiencias profesionales y personales.
Si bien es central considerar medidas que apunten a incentivar la mayor incorporación de las jóvenes a estas carreras, y con ello aumentar la masa crítica femenina que posibilite una distribución equitativa entre hombres y mujeres, también es necesario abordar las dimensiones patriarcales que subyacen en estas disciplinas, en las que el modelo de poder masculino prevalece como una marca inamovible en la educación superior, dejando en estas instituciones una impronta sexista que se materializa de muy diversas maneras.
El aumento de mujeres que ingresan a carreras de la industria minera y a trabajar en el rubro, obliga a incorporar estrategias para revertir el rol que juega el género en la formación de las estudiantes, dado que los y las docentes, además de contenidos técnicos, transmiten sus propios saberes respecto de las formas de ser, de relacionarse y de desenvolverse en el ámbito educacional, proyectándose al mercado laboral. Develar las resistencias imperceptibles del sistema formativo es fundamental para modificar la cultura académica oculta, que sostiene la segregación y ralentiza la paridad en la industria minera.
Una limitante del estudio es no haber incluido a otros estamentos de la educación superior, equipos directivos y administrativos. Incorporarlos ayudaría a profundizar en esta línea y comprender de mejor manera las diferentes dimensiones asociadas a la segregación. El estudio se realizó en instituciones de educación superior de la Región de Antofagasta, específicamente en las comunas de Antofagasta y Calama, dada la centralidad que tiene la industria minera en la zona; sin embargo, sería interesante ampliar la muestra a otras casas de estudio del resto del país y así comparar con otros entornos productivos.
Este estudio tiene importantes implicaciones para la gestión de la educación superior, en el sentido de tener en consideración el género en las contrataciones académicas en esta área. Igualmente, con el fin de diseñar una política de incentivos para atraer profesionales mujeres de la industria y que se incorporen a la docencia en esas carreras
Ver el artículo completo en Revista Calidad en la Educación N°58/2023
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