Este estudio concluye con una serie de recomendaciones para las instituciones educativas, mundo empresarial y el Estado relevando las Prácticas Profesionales de la Educación TP como un elemento clave para avanzar en la igualdad de género en rubros donde históricamente las mujeres han tenido muy baja participación.
Una sociedad más justa y equitativa requiere que mujeres y hombres participen en igualdad de condiciones en distintos ámbitos, incluido el mundo del trabajo. Las carreras de las ciencias, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) constituyen uno de los espacios educativos y laborales donde las mujeres han tenido menos oportunidades y más barreras. Esto ocurre, en particular, en áreas STEM asociadas a rubros tradicionalmente masculinos como la Construcción, Metalmecánica, Minería, Electricidad y Electrónica, entre otros.
En Chile, la Educación Técnico Profesional (ETP) está relativamente balanceada en términos de género. En el año 2021, un 53% de estudiantes mujeres se matriculó en la ETP superior, versus un 47% de estudiantes hombres (SIES, 2021). Sin embargo, gran parte de sus programas de estudio son altamente segregados por género al asociarse a campos ocupacionales específicos donde prevalecen los roles tradicionales entre hombres y mujeres. En particular, la matrícula femenina en sectores de la ETP media y superior vinculados a áreas STEM es, en promedio, 17.7% y 11.2% respectivamente.
La Investigación “Abriendo caminos: Prácticas profesionales de estudiantes mujeres en áreas masculinizadas de la educación técnico-profesional media y superior”, realizada por el Programa Investiga EFTP de la Universidad Alberto Hurtado y liderado por Paola Sevilla, tenía por objetivo identificar los facilitadores y obstaculizadores que inciden en el desarrollo de prácticas profesionales y la proyección laboral de estudiantes mujeres en áreas STEM. Para ello se indagó en los contextos y experiencias de práctica profesional de la ETP de nivel secundario y superior desde la perspectiva de instituciones educativas, empresas y sus tituladas y titulados.
El estudio permitió identificar los facilitadores y barreras que inciden en el logro de aprendizajes pertinentes en los puestos de trabajo y proyección laboral. A partir de antecedentes de tipo cualitativo y cuantitativo recabados desde la perspectiva de distintos actores (instituciones educativas, empresas, titulada/os) se evidencia que los cambios culturales que vive el país, que llevan a una mayor apertura de relaciones igualitarias de género, además de la automatización de los procesos productivos han facilitado la participación femenina en rubros masculinizados.
Asimismo, los padres y madres de niñas y jóvenes están más abiertos a que éstas opten por especialidades y carreras de ETP vinculadas a estos rubros. Sin embargo, encontrar una empresa de práctica es un desafío mayor que en el caso de las estudiantes de ETP superior es asumida por las propias estudiantes de manera solitaria, compleja y dificultosa. Además, si bien las empresas destacan el trabajo de las mujeres por ser detallistas, organizadas y ordenadas, estos mismos atributos, mal llamados “femeninos”, sirven de excusa para asignarles tareas particulares que no siempre se relacionan con su perfil de egreso, limitando sus oportunidades laborales futuras.
En estos espacios las mujeres viven también sobreprotección y paternalismo, y muchas veces acoso sexual. Se concluye con una serie de recomendaciones para las instituciones educativas, mundo empresarial y el Estado relevando a las prácticas profesionales de la ETP como un elemento clave para avanzar en la igualdad de género en rubros donde históricamente las mujeres han tenido muy baja participación.
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